REFLEXIÓN IV - ARTE Y CONFINAMIENTO Conversando con mi abuelo sobre sus años preso en la dictadura.
- sofideneo
- 2 may 2020
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 3 jul 2020
Le agradezco enormemente a mi Abuelo por dedicar las ganas y el tiempo de compartir su experiencia conmigo, como también por dejarme compartirla con ustedes. Si hay algo que me ha remarcado la experiencia de la pandemia, es que la comunicación une.

Cuadro: Alfredo Deneo
Estando más tiempo en casa, observé más. Vi un cuadro chico colgado en la pared. Recordé, mi padre me había dicho que lo pintó mi Abuelo cuando estuvo preso en la dictadura. Siempre quise saber por qué pinto un payaso, porqué con esa cara, esos rasgos, los colores… Pero en verdad, ni él lo sabe, o por lo menos, nunca se lo había puesto a pensar.
La charla duró 2 horas. ¡Y eso, que ni entramos en detalles de política! Igualmente, en temporalidades de mi Abuelo, eso son 20 minutos… no mucho más ja - ja. No es que se le dé mal esto de la charla ... y tampoco es mucho si me pongo a pensar que fueron 6 años preso.
Me sorprendió positivamente con la practicidad que él vía las cosas, simplemente, ver el entendimiento de que esa era su vida y no otra, que él estaba ahí por una razón que tenía total lógica y que iba a vivir su vida de la mejor manera que pudiese. Esa, era su vida y la vivió.
"Pasaron unos meses, me empiezan a traer libros, después empiezo a tener contacto con cosas, con gente y empiezan muchos a pintar ... y vas intentando cosas que nunca pintaste en tu vida...Y empezás a intentar. Empezás a expresarte en algo que nunca pensaste que te ibas a expresar. (...) Otros agarraron para las artesanías (...) y de ahí surgieron músicos, algunos que venían con alguna formación y otros que se dedicaron a enseñarle a otros."
El arte para él, más que una forma de expresarse fue una manera de aprender cosas nuevas, de aprovechar el tiempo y de demostrar afecto. Las pinturas y manualidades que hacía luego se las regalaba a papá, a mi tío o a mi abuela, que también estaba presa.
"Una de las cosas que hice fue abrir la pasta de dientes, de plomo en aquella época, y con algo punzante repujaba. Le mandaba algún garabato, alguna cosa y le mandaba a tu abuela que estaba arriba."
Charlando, me comenta que tenía una tendencia a dibujar ese tipo de personajes como la del payaso, medios caricaturescos, con corbata o moño, viejos parecidos a Geniol y con pelada y pelo a los costados. Se dió cuenta que le hacía acordar un poco a su abuelo, tal vez por la pelada. "Siempre me impresionó la pelada de mi abuelo" me comenta riendo.
Me decía, que él no era tan inventivo como otros presos, que el era mas de hacer las cosas con mucho pienso. Ahora no recuerdo bien pero me contó que había un compañero que con solo un alambre o cositas que iba juntando por ahí día a día inventaba lo que sea.
"Se fabricaban herramientas (los otros compañeros) y con esas herramientas, se hacían cosas. Esa aptitud no la tenía yo. Yo tenía que jugar con la imaginación. Imaginar cosas."
"En mi caso, era mucho porque yo al convivir con otros, empezaba a desarrollar cosas que veía. Veía a un tipo trabajando con metal y me motivaba... y aprendía. Hacía una gargantilla, grababa metales..."
[ Ah! Ya me acordé! inventó un helicóptero! El compañero inventó un helicóptero. Sí sí, con las aspas y todo. Al parecer no volaba… pero era lo único que le faltaba ja-ja.
Según él, no era tan artístico, no tenía tanta afinidad con la música, la pintura o las manualidades como pasaba con otros. Pero sí era muy inventivo y tenía (y tiene) una capacidad increíble de recordar textos, historias y/o acontecimientos. Me contaba que él es más mental, que en la primera etapa de sus años preso (no sé cuánto tiempo exactamente) estaba solo en un calabozo, muy chico, que solo entraba la colchoneta, él y nada más ... algo así. Aquí, se autorelataba los libros que había leído alguna vez para entretenerse, imaginaba el desarrollo del texto y sus escenarios. Se hacía rutinas. Se imaginaba yendo desde algún lugar hacia su casa, recordando las calles, nombrándolas, recorriéndolas. Se refugió en su mente ... o su mente lo refugio a él.
“... Me leía los libros de memoria ... vivía en mis recuerdos.”
Entiendo, que no siempre refugiarse en la mente es una buena opción. La naturaleza de la mente siempre me pareció admirable ... Cómo puede ser aquello que te saque completamente de la realidad, o como puede ser aquello que te haga estar y mantenerte en ella. Tal vez, estoy hablando de la misma cualidad de la mente expresada de forma distinta y que concluye en diferentes resultados ... no lo sé. Lo que sí estoy segura, es que la mente es una herramienta que conviene aprender a manejar porque así como salva, destruye.
Él mismo, me decía que habían compañeros que caían en la angustia, en la depresión y en la ansiedad absoluta. Él por suerte no. Decía que al tratar esa situación como parte de su vida intentó hacerlo de la mejor manera posible. Estudió y aprendió de los demás: a construir manualidades, a pintar, tallar madera, todo lo que pudiese aprender de los conocimientos de las otras personas.. Esa época no es un vació en su experiencia de vida. Su vida no se detuvo por ello.
"... algunos caían en una angustia tremenda pensando en lo que tenían que hacer para salir o lo que iban a hacer cuando salieran ..."
“...una cosa de las que rescato, que nunca estuve pendiente de qué día iba a salir. Nunca estuve pendiente. Esta es mi vida y la voy a vivir así (...) esa forma de tomarme las cosas me libró la cabeza. Y evidentemente aproveché mucho. Muchas de las cosas que hice en la cana me sirvieron. (...) Vivía ... con humor como para estar, para charlar, para aprender, me preocupaba de comer bien.. (...) No estaba pensando en afuera, vivía mi vida lo mejor que podía y me ponía objetivos a lograr ahí.”
Creo que el hecho de aceptar que esta es nuestra vida es reconocer también, que fue nuestra responsabilidad haber llegado al lugar en el que nos encontramos. Puede ser que las otras personas al no aceptar esto y pensar únicamente en el futuro, convencidos que su vida estaba fuera de allí, no se sintieran motivados por aprender de los demás porque simplemente no existían. Si la vida no está allí ¿para qué aprender de algo que no existe? Creo, que tal vez para motivarse de las potencialidades del otro es necesario mirar más allá de mí y de las preocupaciones del futuro o del pasado ... mirar al otro. Y para mirar al otro, hay que estar en el momento ocupándose del presente.
"...tenía claro que yo, era un preso político y que esas cosas para mí no valían, yo podía estar 2 meses, 2 años o el resto de mi vida ... mi salida dependía de las condiciones políticas..."
Mi Abuelo conoció a un compañero de celda con el que tenía muchísimo en común. Él estudiante de agronomía y su compañero de veterinaria. La celda pasó a ser una especie de laboratorio. Investigaban sobre plantas, crearon una balanza, inventaron una sembradora hortícola, estudiaban y dibujaban los mecanismos, en fin, todo lo que pudiesen aprovechar de sus conocimientos previos y de la suerte de poder conseguir libros.
"... nos hicimos un programa y estudiábamos todo (...) nos hicimos una maceta y plantábamos, avena, ryegrass, y las poníamos en una ventana ... teníamos ventana ... y la cortábamos (...) ¡el tipo, se hizo una balanza de precisión con unas monedas! Cortábamos el pasto, lo pesábamos, lo poníamos a secar y calculábamos la materia seca que teníamos y comparábamos. Investigábamos en la propia celda (...) en frente a las cuchetas pintamos la pared de negro para hacer un pizarrón"
La red de conocimientos que se generaba en la cárcel en aquellos tiempos, me parece muy similar a la que se ha generado ahora por la pandemia. Que ha resultado en un momento de pedir algunos saberes que no teníamos a otras personas o en compartir los nuestros. Se ha generado un ida y vuelta de conocimiento muy interesante. Creo que esto, ha ocasionado la unión de las personas a través de la comunicación. Con un tremendo anhelo de compartir el espacio físico claro, pero ¿qué tanto nos estábamos comunicando realmente? Compartir el mismo espacio con muchas personas no significa necesariamente que haya intercambio y nutrición de conocimientos (más que el intercambio que se genera al respirar el mismo aire).
"Tenía compañeros que eran carpinteros. Ahí empecé a hacer cosas con madera (...) Claro, los veía trabajar y me fueron enseñando y lo fui haciendo. Por ejemplo, hice un auto de formula uno del año 70 a Marcél. Pasaba días lijando y después pintando ... Hice un barquito, con la quilla, la vela. (...) cuando estaba solo sí, me ponía a hacer cosas. O aveces retos que me ponía, le hice unas botas a tu abuela, aprendí a trenzar (...) creo que hice una fusta también. Yo como que hacia cosas, en alguna medida, con objetivos: voy a hacer esto para los chiquilines, para Susana (...) también participaba de muchas cosas colectivas, como los tractores para el día del niño (...) y la obra de títeres para la visita de los niños (...) se trabaja muy colectivamente."
Ahora pienso: me quedó preguntarle a mi Abuelo cómo fue su relacionamiento con los grupos de personas en general luego de salir de la cárcel. Porque creo (por ahora y con un grado de optimismo basado en la esperanza básicamente) que cuando volvamos a los espacios compartidos habremos trabajado más la comunicación, la atención al otro y nuestro entorno. Y con esto, los espacios realmente serán espacios de intercambio y no simples lugares vacíos con cuerpos silenciosos.
"Era muy de ponerme cosas para estudiar, cosas que tengan que ver con mi vocación ... me juntaba con otro y le proponía cosas, programábamos cosas y empezábamos a leer- Por ejemplo, con tres amigos me organicé un curso de ovinos. A esa altura ya teníamos contacto y pedíamos libros (...) porque nos gustaba el tema. Empezábamos a buscar material para las preguntas que queríamos saber."
Él me decía que se ponía retos, objetivos, si había algo que quería saber, iba e investigaba, se ponía metas. Mantenía su mente estimulada. Y esto me recuerda a un video que vi hace unas semanas: “el confinamiento, una experiencia de monotonía estimular” por José A. Corraliza (ver video: https://www.youtube.com/watch?v=FXbQXWgz1gI&t=344s).
En el vídeo, el autor habla sobre el confinamiento desde una perspectiva psicoambiental y comenta, que el bienestar psicológico es alcanzado cuando existe un nivel intermedio de estímulos ambientales. Nombra una serie de investigaciones que se han desarrollado sobre el tema y concluye, que no son adecuados los niveles bajos de estímulos ambientales (infra estimulación), ni los niveles altos (sobre estimulación). Entonces, explica que la razón de la ansiedad generada por encontrarse en estado de confinamiento es por la pobreza de estimulación ambiental que genera monotonía estimular en comparación a la vida que teníamos antes.
En mi opinión, la explicación tiene mucha lógica pero pienso que sería posible (tal vez luego de acostumbrarse a la reducción de estímulos ambientales) ampliar la cantidad de estímulos en base a la disminución de la escala del tiempo.
Tratando de explicarme. Por ejemplo: a la velocidad y cantidad de estímulos que estábamos acostumbrados a recibir antes del confinamiento hace que gran parte de ellos sean simplificados entrando “X” cantidad de estímulos o información al cerebro. Uno/a podría pensar que dentro de su casa los estímulos son menores a esa "X" cantidad pero tal vez al disminuir la velocidad de percepción podemos percibir la misma cantidad de estímulos que la situación anterior. Tiene sentido pensar que ver la misma ventana todos los días es monótono. ¿Pero qué tan monótono? ¿No será que si disminuimos la velocidad de percepción (que sería lo mismo que aumentar el grado de atención) nuestra mente recibe más estímulos?
Entonces, tal vez sea un tema de atención al ambiente y velocidades de percepción. Si miramos la ventana con los mismos “lentes” que percibíamos al ambiente antes del confinamiento va a existir un desfasaje de lo que la mente espera recibir a lo que la mente está percibiendo en ese momento. Esto genera descoloque y desentendimiento. Pero si aumentamos el grado de atención podemos recibir una cantidad de estímulos satisfactoria al igual que fuera de ella. Aunque posiblemente sean estímulos más lentos, pequeños y sutiles.
Volviendo un poco al tema del confinamiento en la cárcel y comparándolo con el actual, creo que las personas tienden a hacer algunas cosas similares. En ambos, se busca la motivación para generar estímulos y mantener el bienestar psicológico (pudiendo ser volcados al arte o no). En ambos, se observa más al entorno, a las otras personas y se presenta un escenario de intercambio de comunicación y saberes. Esto, me imagino que también está influenciado por la empatía que se genera en las personas al ver a las otras pasando por la misma situación que uno/a. También podemos ver como la vida no se detiene por estar “encerrados”, que no tiene por qué ser un hueco en nuestras vidas, inservible e improductivo (aunque así lo percibamos por el sistema en el que vivimos). Se puede estar haciendo y accionando aunque estemos limitados en movimientos. No creo que sea una pausa tampoco, sino que por el contrario, es un momento muy activo. Probablemente. más activo a nivel emocional y mental y no tanto físico, pero activo de todas formas.
Luego de charlar con mi abuelo, creo que él tenía claro que estaba ahí por sus elecciones de vida. Y me pregunto si todos somos conscientes de que estamos en el lugar que estamos por nuestras decisiones de vida y si realmente estamos confinados y distanciados físicamente y emocionalmente por algo externo (un virus en este caso) o en verdad, es responsabilidad nuestra, individual y social ... Pero este, es un tema para estudiar desde muchísimas perspectivas, tal vez, en una próxima reflexión.
Para finalizar, opino que el arte es una herramienta comunicativa muy importante que materializa la interioridad humana. Y que ha sido para muchas personas un canal expresivo relevante para poder sobrellevar esta situación. A su vez, opino que la inclusión de las distintas artes de manera significativa en los sistemas educativos y otros espacios es más que imprescindible. Siendo que cada individuo tiene potencialidades expresivas distintas estaríamos incluyendo a todas las personas dentro del sistema y no forzándolas y conduciéndolas a una única manera de hacer las cosas, sino más bien, potenciando sus capacidades. Quizá también, haciendo valer más el arte desterremos la concepción de que no se puede vivir de él o que hayan artes aceptados y otros no. Y que l@s artistas y su arte formen parte de todos los espacios valorado de la misma manera.
Libros mencionados por mi abuelo:
“El hombre numerado” Marcelo Estefanell (2007). (“historias de la cárcel en la dictadura para reírse”)
Dos libros realizados por el escritor francés Jean Lartéguy, libros que los militares le llevaban a la celda a mi Abuelo para que lea. "los militares trasmitiacn su concepción de esa manera"
Dejo los nombres por si los quieren buscar:
“Los Pretorianios” Lartéguy, J. (1966). Editorial: Círculo de Lectores.
“Los centuriones”. Lartéguy, J. (1977) Ediciones G P, séptima edición, Barcelona (de esta novela existe una adaptación cinematográfica titulada “Mando Perdido” interpretada por Alain Delon y Anthony Quinn)
Películas:
"La noche de 12 años". (2018) Director: Álvaro Brechner
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